Cada año nos enfrentamos al calendario en blanco con la mayor de las ilusiones. Esperamos que el año viejo se lleve todo lo malo y confiamos en que, desde los primeros minutos del nuevo año, un nuevo tiempo vendrá que será mejor.

De manera inocente creemos que, solamente por atravesar ese ecuador imaginario, las cosas serán diferentes. Como en un enigmático efecto Coriolis: lo que gira para un lado, misteriosamente, lo hará en sentido contrario. Y siempre para bien.

Es un momento de renacimiento, de recordar lo que aprendimos el año pasado, los buenos y malos momentos. Es tiempo de traer a nuestra memoria y a nuestro corazón a los que perdimos. Un ritual en el que depositamos nuestra intención y nuestra energía para que el nuevo almanaque nos colme de bendiciones.

Y para resultar merecedores de ellas, pondremos todo de nuestra parte: desde el primer momento prometemos hacer todo lo posible para cuidar de nuestra salud, para ponernos fuertes. Prometemos volver al gimnasio, aprender idiomas, estudiar ese máster que nos hará prosperar, llevar a cabo ese plan que siempre quedó pospuesto. Viajar más. Estar más cerca de las personas queridas.

Por que todo ello forma parte de nuestro proyecto para ser felices. Necesitamos un plan para liderar nuestro mundo y que éste se llene de todo aquello con lo que soñamos. Y así nos felicitamos unos a otros: “Que el año nuevo te traiga todo aquello que necesitas para ser feliz”. “Que en el año nuevo se cumplan todos tus sueños”.

A veces aquello con lo que soñamos no llega, o al hacerlo, nuestra felicidad se esfuma de manera efímera. De repente el año nuevo es 2020 y apenas comienza nos sume en un mundo desconocido y amenazante en el que perdemos familiares y trabajos. En el que lo más esencial, la salud, o el abrazo de un ser querido, es algo que se nos niega.

¿Cómo podremos ser felices, entonces? ¿Cómo llevar a acabo nuestros planes para tener éxito, bienestar o satisfacción?

Todo forma parte de un estupendo malentendido: creemos que la felicidad, o el bienestar, dependen de elementos externos: de que nos vaya de una u otra manera, de que alguien nos quiera, de tener salud, de tener prosperidad.

Sin embargo, la felicidad y el bienestar son estados internos que no dependen del exterior, sino de la forma en que interpretamos esos acontecimientos. Este año hemos visto a personas que han sufrido y a otras que han considerado “un regalo” la oportunidad de parar y reconectar con uno mismo.

lidera tu mundo

Ha sido un año de mucho aprendizaje, y quizá no hemos salido más fuertes, pero sí más conscientes. Más cercanos a una realidad imprevisible y a la certeza de que los años no traen cosas buenas ni malas. Más expertos en la fragilidad de nuestras vidas. Y más sabios a la hora de entender que, aún en los peores momentos, tenemos la capacidad de reaccionar, de sonreír, de ayudar, de celebrar y de comenzar de nuevo. Y también el derecho a sentirnos mal y entender que las emociones forman parte de nuestra biología.

Liderar nuestra vida no es otra cosa que liderarnos a nosotros mismos, y cultivar nuestra fortaleza interna, nuestro poder innato para una vida plena, más allá de las circunstancias. Por que es nuestra creatividad y nuestra energía lo que necesitamos para que todo se alinee.

Liderar nuestro mundo no es ordenar lo externo para que nos resulte satisfactorio, sino entender nuestra verdadera naturaleza para atravesar cada evento de la vida desde nuestra máxima capacidad y potencial.

En Ynfinit queremos agradecer a todos nuestros amigos y clientes que nos hayáis permitido acompañaros, estar cerca, y apoyarnos unos a otros durante este año. Hemos aprendido mucho juntos, y afrontamos este nuevo año con la misma ilusión de seguir cultivando nuestra sabiduría innata, para vivir felices y en bienestar, sean cuales sean las circunstancias.

Lidera tu mundo “de dentro a afuera”

Nota:

Ynfinit proporciona a particulares y empresas la experiencia “Lidera tu Vida”, para favorecer el autoconocimiento y la resiliencia. Si quieres más información pulsa aquí.

Testimonio:

“Inicie un viaje fuera de mi mundo, fuera de mi caja, fuera de mi control. Ahora Vivo más pleno y tranquilo, siempre he tenido parte de mí en el futuro intentando adelantarme a todo y eso me provoca mucho estrés.. o dedico tiempo al pasado, a intentar entender cosas que han sucedido, esto me hace perderme… ahora vivo en el presente y veo todo y a todos con más perspectiva. Es el inicio de un bonito camino, algo necesario que todo el mundo debería hacer: vivir esta experiencia sin esperar nada. No hay que hacer nada, simplemente disfrutarlo pues la cabeza y el corazón hacen el resto.”

Fernando B. Global Operations Manager